Muchas parejas ven en su boda el momento perfecto para darle rienda suelta a la imaginación y plasmar en ella toda su personalidad y ocurrencias. Cuando esto ocurre, y la pareja no tiene unos gustos precisamente ‘corrientes’, o no sabe cómo gestionarlos para que su enlace sea diferente y a la vez con clase, se corre el riesgo de que más que una boda original se dé una imagen poco seria o incluso que roce el ridículo.

No obstante, como se indica en el titular de este artículo, una boda original no tiene porqué ser incompatible con una boda elegante y con clase. De hecho, aunque en ocasiones resulta complicado conseguirlo, al final son estas las bodas más resultonas y que mejor sabor de boca dejan a sus invitados, ya que se alejan de lo típico y asombran con sus detalles y el mimo puesto en ella.

Las bodas temáticas, en las que se unen cada uno de los aspectos que componen la boda con un tema en común, es una de las ideas más recurrentes cuando se decide optar por una celebración distinta.

Ideas para darle un toque original a tu boda

Hay novios que desde que deciden que ha llegado el momento de darse el ‘sí, quiero’, tienen muy claro que su boda irá acorde con alguna temática que le apasione a ambos. Cuando los gustos son similares, entre un miembro y el otro, resulta más fácil ponerse de acuerdo y que el resultado sea sencillamente espectacular, siempre que no se olvide que se trata de un momento muy especial, pero que también es un acontecimiento formal, ya que casarse no es un juego.

En otros casos, cuando por ejemplo, la mujer quiere una boda más clásica y al hombre le gustaría añadir elementos distintos que vayan con su forma de ser (o viceversa), como guiños a una película, a su pasión por las motos o a un videojuego, también pueden organizarse bodas con clase, pero con momentos muy divertidos que le darán el toque de gracia y originalidad a la celebración. Esto puede conseguirse con una invitación de bodas original, por ejemplo en vídeo; una tarta más especial, que esté inspirada en ese ‘algo’ en concreto que tanto representa a alguno o ambos miembros de la pareja; en un baile que se salga de lo que estamos acostumbrados a ver, en el que participen más personas o se juegue con diferentes estilos; en los detalles que regalemos a los invitados, o en la música que elijamos para representar algunos de los momentos más emotivos del gran día.

Una boda queda plasmada en cientos de fotos, y por supuesto, en la memoria de los novios para siempre, por ello es importante pensar con detenimiento cada uno de los detalles que vayan a hacerse y no caer en modas demasiado extravagantes o gustos pasajeros que años después no vayan con nosotros o nos hagan arrepentirnos de las decisiones tomadas en cuanto a decoración, música o vestimenta.

En los últimos años, las bodas con un toque campestre o ‘vintage’ se han implantado con fuerza por la cantidad de elementos que pueden añadirse a éstas y que las hacen diferentes y muy, muy especiales. Éstas, unen a la perfección elementos tradicionales, que nunca pasan de moda, con toques originales que no llegan a ser tan comunes en las bodas. Este estilo decorativo que destaca por la sencillez, la elegancia y el buen gusto por los elementos de épocas pasadas, hacen que los invitados y los novios se vean envueltos en un bonito halo de romanticismo. Para ello, nada como imaginarse bajo una noche estrellada, con pequeñas bombillas tenues por todas partes que aporten la luz perfecta para disfrutar de una velada íntima e inolvidable, en la que los invitados pueden encontrar distintos ‘rincones’ decorados y diferenciados como carteles de bienvenida o con las distintas localizaciones, una mesa de firmas hecha a mano, un elegante photocall o una pista de baile espectacular.

Conquistando el paladar

Otra forma de sorprender en nuestra boda es a través de la comida y la bebida, dos de los aspectos que más valorarán nuestros invitados.

Si queremos que nuestra boda sea un éxito rotundo, no habrá nada mejor que dejarlos sin palabras ofreciéndoles variedad y calidad en cada bocado. Para conseguirlo, resultan ideales las copas de bienvenida que constan de distintas ‘islas’ o rincones dedicados a manjares de diferentes culturas. Por ejemplo, podemos ofrecer una mesa de shushi, una con comida típica de Italia, México e incluso de España, con buenos productos de la zona como el jamón, el queso y el pan. Esto, además de resultar original y divertido, es ideal para asegurarse de que todos los invitados estarán conformes con la comida, sean cuales sean sus gustos.

La bebida también puede dar mucho juego. Últimamente algunos novios optan por dedicarle un lugar especial en su boda a algunas de sus pasiones, como pueden ser el vino o la cerveza. Ofrecer una gran variedad de estas bebidas, o incluso crear pequeñas catas o mesas temáticas, es una apuesta segura.

Una vez terminado el convite, podemos poner la guinda del pastel con una barra de cócteles de calidad y presidida por un barman profesional. En estos casos no es necesario ofrecer una gran variedad de cócteles, a veces mejor pocos y bien escogidos. Una buena idea es añadir un cartel o pizarra con los distintos tipos, así los invitados sabrán a qué atenerse.