El invierno marca la temporada baja en lo que a bodas se refiere. Pero esto supone una gran cantidad de puntos fuertes, ya que podemos encontrar una serie de ventajas si elegimos una época fría.

A la hora de elegir fecha, encontraremos con mayor facilidad iglesias y lugares de celebración con mayor disponibilidad, por lo que evitaremos los calentamientos de cabeza de cuadrar la iglesia con el banquete.

El presupuesto de nuestra boda se puede ver reducido hasta un 40% del presupuesto que emplearíamos si la celebración se produjera en los meses más cálidos del año.

En estas fechas, tendréis que tener en cuenta una serie de consideraciones si queréis acertar de lleno en un día tan especial:

En invierno los días cuentan con menos horas de sol, por lo que es algo esencial para decidir la hora a la que se celebrará la boda, por lo que es recomendable elegir las horas de la mañana para contar con más tiempo de sol y evitar el descenso de la temperatura que se produce al ocaso del sol.

Algo a tener en cuenta con respecto a la temperatura es la iglesia, puesto que en esta fecha puede que haga demasiado frío. Es aconsejable hablar con el religioso que conducirá la ceremonia para que ponga la calefacción unas horas antes del comienzo de la boda. Una solución podría ser regalar a las invitadas fulares, o colocar mantas a la entrada de la iglesia.

Pensad en establecer los tiempos con cuidado para que los invitados no pasen mucho tiempo en la calle esperando. Además, tenéis que pensar que haya espacio suficiente para que puedan dejar todos los abrigos.

Es cierto que para elegir el vestido de novia, no podremos optar por modelos ligeros como en los meses de verano, y tendremos que decantarnos por vestidos de telas más gruesas y abrigados, dejando el cuerpo bien cubierto.

Como veis, es fácil encontrar la parte positiva de celebrar una boda en los duros meses del invierno. ¿Y vosotros? ¿Os animáis?