Hacerse a la idea de la cantidad de fotos que pueden echarse en una boda es una tarea difícil. La capacidad de móviles y cámaras deja por los suelos la de los carretes antiguos, por lo que en un día tan importante todas las imágenes que capten cada momento parecen ser pocas para los amigos y familiares de los novios.
Por parte de la futura pareja, que sus invitados estén entusiasmados con la decoración y los detalles que conforman el gran día, es todo un gran logro.

Y hablando de decoraciones, nada como dar rienda libre a la imaginación y crear un rincón totalmente personalizado para colocar el photocall de la boda. Un bonito fondo, que puede ser una fotografía de los novios, una imagen representativa o una composición de muebles, elementos decorativos y fotos, será el centro de todas las miradas en la celebración, tanto, que todos los invitados estarán deseosos de acercarse y estrenarlo. ¡Incluso harán cola para posar ante sus cámaras e inmortalizar un momento tan inolvidable!

Para los novios que se atrevan con una boda temática, el photocall se convertirá en su mejor aliado, pero también para las parejas que no dan el paso de ambientar su enlace en un tema concreto, pero sí que quieren que su boda tenga al menos un espacio dedicado a alguna de sus pasiones o gustos. Un paisaje inspirado en París, un rincón que parezca una playa, un tablao flamenco, la recreación de una escena de Star Wars… Las opciones son tantas que el resultado final puede ser realmente alucinante. En el photocall todo está permitido, es el espacio de la diversión, de los disfraces y del buen rollo.

En el photocall todo está permitido, es el espacio de la diversión, de los disfraces y del buen rollo

Las fotos tomadas en el photocall, que posteriormente los invitados subirán a sus redes sociales y guardarán con tanto cariño, se convertirán finalmente en uno de los mejores recuerdos que los asistentes guarden del gran día. Nadie podrá olvidar los divertidos momentos y risas que se vivieron en él y el mimo con el que se decoró el fondo y el atrezo para la ocasión.

Aunque a muchas parejas el precio sea lo único que les eche para atrás, montar un buen photocall no es sinónimo de tener un súper presupuesto. Muchos expertos ofrecen opciones para todos los bolsillos. Los hay desde los más espectaculares que añaden una cámara y un panel digital para imprimir las fotos en el acto, a los más sencillos hechos por uno mismo que en ocasiones son la opción más acertada y especial. Lo que no cabe duda es de que se trata de una de las inversiones más aprovechadas de la boda, ya que será utilizado tanto por niños, como por amigos, familiares y, por supuesto, también por los novios.

Otro de los puntos a favor de añadir este elemento a la boda es echar un vistazo a las fotos que se tomaron al principio y compararlas con las que los invitados hicieron al final de la celebración. Al inicio de la boda, algunos asistentes podrán acercarse al lugar tímidamente y hacerse una foto formal, con sus corbatas, camisas, zapatos y bolsos en su sitio. Llegados a unas horas, especialmente cuando la barra libre se inaugura, el photocall será donde quieran posar todos los invitados de todas las posturas y de todas las maneras; los disfraces y combinaciones con el fondo son tantas que podrán pasar horas y horas de diversión probando la pose perfecta para arrasar entre los seguidores de sus redes sociales.

Aunque hace algunos años nadie sabía de su existencia, hoy en día se ha convertido en uno de los momentos más esperados y divertidos de una boda. Si hay un photocall, las risas están aseguradas.