Cada vez es más habitual que en un momento dado durante la celebración de la boda, la novia sorprenda al novio y a sus invitados luciendo un segundo vestido, normalmente con un modelo más sencillo, cómodo o simplemente diferente. Este ‘cambiazo’ ha cobrado auge durante los últimos años, en parte, motivado por la aparición en escena de ‘celebrities’ que han llegado a cambiarse hasta en tres ocasiones en su gran día. Desde Kate Middleton, que en su enlace con el Príncipe William cambió un espectacular vestido blanco con detalles de encaje por un look más sencillo en blanco roto, o la exuberante Kim Kardashian, que se atrevió con un sensual conjunto de dos piezas. Pero estos dos no son casos aislados, ya que en la actualidad, muchas novias cambian sus trajes antes o durante la celebración del banquete, una tendencia que viene pisando fuerte durante este año. En consonancia con esta querencia, gran parte de los diseñadores incluyen en sus colecciones prendas como faldas o colas de quita y pon o directamente looks de dos piezas.

Muchas novias cambian sus trajes antes o durante la celebración del banquete

La elección de tener un doble look nupcial viene estimulada principalmente por la comodidad. La novia espera sentirse cómoda durante la celebración; por esta razón, se suele cambiar el tradicional vestido de corte clásico por un vestido más ligero y sencillo. Un vestido demasiado armado o con una falda voluminosa puede resultar bastante pesado para desenvolverse en el momento de la recepción o para dar los primeros pasos de baile. Por otra parte, para aquellas novias que desean respetar la tradición familiar y desean lucir un vestido heredado, el cambio de traje se presenta como una perfecta oportunidad para respetar la tradición y, además, no renunciar a la ilusión de estrenar vestido.

Una vez que la novia se ha decantado por lucir dos vestidos el día de la boda, es el momento de decidir qué dos modelos se ajustan perfectamente a sus deseos. Hay que tener en cuenta que los dos trajes deben estar en afinidad y seguir un mismo estilo. Al igual que ocurre con la decoración en la que todos los elementos son minuciosamente escogidos, el vestido también debe armonizar con el resto del enlace. Si has decidido un primer vestido de estilo romántico, el segundo debe seguir la misma línea pero alterando el grado de formalidad por uno más sencillo, corto y sin cola o uno más atrevido y sensual. Otra opción, y la más económica, es elegir desde el primer momento un vestido que se transforma, es decir, quitar o añadir elementos sobre un mismo modelo para modificarlo. Por ejemplo, un vestido de corte de sirena puede convertirse en un ideal vestido de novia añadiendo una falda con capas de tul ajustable mediante un fabuloso cinturón de pedrería.

Los dos trajes deben estar en afinidad y seguir un mismo estilo

El cambio de look puede producirse en cualquier momento. Normalmente, tras la ceremonia y la toma de fotografías, la novia puede dar el cambio y sorprender a sus invitados con el segundo modelo. En ocasiones, entre toma y toma, la novia da el cambiazo para aparecer en la sesión fotográfica con dos vestidos diferentes. Otra opción es aparecer con el ‘nuevo’ vestido justo antes del momento del baile y así, aprovechar el momento en el que los invitados comienzan a llenar la pista de baile.

Otro factor a tener en cuenta en este doble look es la elección del peinado y maquillaje. Hay que ser consciente de que la novia no debe ausentarse del enlace por mucho tiempo, por lo que desde un primer momento se debe escoger el peinado, maquillaje y complementos idóneos para ambos vestidos.

Está claro que esta moda no hay por qué seguirla y se puede seguir apostando por un vestido de ensueño desde el inicio al final del evento, pero sí es cierto que tener dos trajes diferentes es la mejor manera de llamar la atención no solo de los invitados, sino de la persona que se convertirá en tu futuro marido. Y tú, ¿te animas al cambio?